Caminemos.

Por qué es que caminando solo por las calles en una noche fría de una ciudad antigua y de canteras tibias parece reconfortarme, sintiéndome abrazado por sus memorias, por la nostalgia que deja empapados los suelos formando charcos después de la lluvia; pareciera que las calles hablan, que las esquinas murmuran, que los edificios cubiertos por la luz tenue relatan el pasado en conjunto con ese olor a lluvia; camino casi sin rumbo y me encuentro en una pequeña plazuela de la que emana una aroma cálido que proviene de algún café, se hace evidente la charlas de las personas que ahí se encuentran, entre tantas voces puedo escuchar sus narraciones sobre el trabajo, sus deseos, sobre tristezas de amores rotos y alegrías, sonrisas de felicidad, atracciones en sus miradas, parejas enamoradas; todos ahí reunidos bebiendo café.

En el trascurso veo pasar a una mujer, se le nota la edad por las arrugas de la cara de mirada sabia y sonrisa humana vendiendo flores para esos amores, mantengo mi paso y me cruzo con un pequeño niño tomado de la mano de su madre, mas adelante con un señor sentado en una banca fumando un cigarrillo con la mirada perdida absorto en no se qué pensamiento y a su lado un mendigo pidiendo limosna, hoy parece haber sido su día pues su latón se ve medio lleno; giro la plazuela y veo a una pareja charlando diciéndose cosas que solo los que se quieren pueden decirse, no es necesario escuchar o leer sus labios -noto entonces que algo dice él mientras ella se sonroja y en un acto casi mágico ella le responde con un beso- pues sus expresiones bastan para darse cuenta de eso que sienten mutuamente, entonces pienso, las palabras sí que pueden hacer magia.

El semáforo esta en rojo siguiendo el camino, ha de ser la hora punta pues miro hacia los lados y veo decenas de coches esperando llegar a su destino, cruzo la avenida mientras un niño trata de vender chicles a algún conductor que con cara de impaciente planta su mano negándose; llego a un andador peatonal y a mi paso me encuentro con mas personas, algunas sentadas viendo a otra gente pasar, me pregunto si se preguntan por mera curiosidad hacia dónde vamos toda esa gente que pasa por ahí, y esto me saca una sonrisa por tan curiosa mi ocurrencia, pensando en si soy el único en ese momento con estas meta-cuestiones. Hay gente con sus mascotas que sacan a pasear, una pareja de ancianos tomados de la mano, jóvenes haciendo piruetas con su patineta y otros mas en bicicleta.

Me siento maravillado, sigo el camino y observo, me percato de la gran variedad de vivencias que tiene la gente, que como yo salen a pasear, a tomarse un café, a ver que se encuentran, quizá un payaso o un mimo, quizá un performance callejero, la inocencia de los niños, una mujer hermosa, un hombre apuesto, un loco pregonero, turistas que desgastan la ciudad con sus fotos, sonrisas regaladas, aromas distintos, sensaciones cálidas, besos, caricias y cruces de miradas. 

Y así andando, comienzo a sentirme colmado por todo lo que penetra a mis sentidos, entonces emerge un deseo por compartirte todo lo que he percibido, lo que ello me hace sentir, pero no a través de las letras, no de un relato; y al pensar en tí sabiendo que no estas comienzo a extrañarte, a desear tu presencia. Continuo en el camino mientras me froto las manos; comienza hacer frió, por suerte traigo un abrigo; imagino entonces, quiero hacer esto pero que sea contigo. 

Ľυίṣ Λṃᾰṳṙẙ ɌН.

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