Amegafuru (雨が降る).

¿Has notado, lo peculiar cuando llueve y no está nublado del todo, que las gotas caen y los rayos de sol las atraviesan? así, maravillandote de los colores que reflejan los miles de prismas naturales que son la lluvia; el sublime olor a tierra mojada, la iridiscencia del arcoíris, destellos efímeros que resplandecen ante nuestros ojos.

Imagino que los seres sintientes, las personas, somos como esas gotas de lluvia; venimos al mundo por el acto de la condensación, nos materializamos en un cuerpo, que nuestra vida es el viaje del descenso. Tendremos momentos de jubilo y también miedo, quizá porque el final parezca un choque directo con la tierra.

Hay que recordar que cuando llueve son muchísimas las gotas que descienden, algunas primero otras un poco después, otras se encuentran y van al tiempo, otras quizá han de alejarse, que en última instancia nunca van solas, así es nuestra vida. Aún así a veces nos sentimos separados; solo hay que recordar.

Cada gota es única e irrepetible, ese rayito de luz que la atraviesa hace que despliegue sus colores particulares, el prisma de su esencia. Tal ves por olvidar la fuente de donde venimos sentimos que caemos pues ha pasado tanto tiempo, tal vez no estamos cayendo, estamos ascendiendo.

Una gota contiene de si, la totalidad del mar.



Ľυίṣ Λṃᾰṳṙẙ ɌН

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