«...te he dicho 'ya es tarde', y tú sabías que decía 'te quiero'.»

(aproximación empírica a la "sobre-interpretación" del lenguaje en los vínculos afectivos; una analogía topográfica)


Es evidente, en cierta medida, que los conflictos interpersonales surgen naturalmente debido a los vínculos afectivos establecidos, es decir, que los conflictos entre las personas surgen 'en' y por la relación que se tiene, que el dolor y el sufrimiento que sentimos sucede a consecuencia de este vínculo; es paradójico, pues también la felicidad, el cariño y el amor emergen en y por causa de dichos lazos para con los demás, sea familiar, de pareja, amistad, etc.

Si bien en las relaciones vamos conociendo y entendiendo al otro, sus gustos, afinidades, cualidades e idiosincrasia, el cómo 'es su persona', nos habituamos a su forma por la cotidianidad y la presencia constante; es obvio que esto ocurre recíprocamente, se da de manera natural en ambos sentidos y así ocurre cual fenómeno (en mayor o menor grado) con todas las relaciones y en todo vínculo que hemos creado con las personas, donde el tiempo se ha compartido y por lo cual sentimos afecto.

Pero también podemos encontrar ambivalencia cuando nos acostumbramos, donde lo cotidiano y rutinario nos atrapa, que ese conocimiento y saber del otro a pesar de que nos facilita el trato, también hace que demos por hecho que ciertas actitudes, expresiones y gestos signifiquen de antemano el reflejo de su estado de ánimo, cuando algo le disgusta o rechaza; es la forma implícita de 'comunicar sin decir', sutilmente.

Ahora bien, tomando como base los vínculos, los conflictos que emergen en la interacción de las relaciones, lo paradójico que conlleva tenerlos debido a la habituación, lo cotidiano y la rutina, 'la costumbre' decimos; es relevante adentrarnos un poco más en la comunicación y en como el lenguaje hacen de la relación un fenómeno más complejo 'aparentemente', esto puede ser útil ante las sobre-interpretaciones que hacemos y afectan de manera negativa nuestros vínculos.

Hay que tomar en cuenta que las relaciones evolucionan y se transforman de tanto en tanto permitiéndonos experienciar la vida y crecer, pero dada la rutina y el paso del tiempo nos vemos extrañados por el 'cambio' de la persona sin ver el propio, la idealización se fractura (un ejemplo claro es cuando el enamoramiento se va desvaneciendo) y la máscara que habíamos colocado en el otro comienza a disolverse, son esas proyecciones positivas y negativas depositadas en el vínculo, las 'falsas expectativas'. Todo lo anteriormente dicho hemos de considerarlo y tenerlo en mente para lo que se desarrollará en el transcurso del escrito.

Haciendo hincapié en la rutina y los conflictos emergentes; cuando 'sobre-interpretamos' e implícitamente damos por hecho lo que el otro dice y hace, ciertamente tiene efecto en nosotros a la vez que ocurre en sentido contrario, lo que decimos y hacemos genera ciertas respuestas negativas, vienen entonces pensamientos internos que no siempre expresamos como: «¡se supone que ya me conoces y sabes lo que no me gusta, has cambiado, por qué no consideras mi situación personal, debes saber como me siento!» y un largo etcétera.

También en muchas ocasiones tenemos conductas inconscientes no verbales (tácitas) de nuestro estado de ánimo que se da en forma descontento o enojo, esperando que el otro se 'dé cuenta' que algo nos disgustó, casi como esperando que 'lean nuestra mente' pero comunicándolo corporalmente, fruncimos el ceño, cruzamos los brazos, evitamos la mirada o mantenemos distancia rechazando proximidad, causando tensión en el vínculo, así dificultando las condiciones que permitan resolver el conflicto que muy probablemente surgió por una sobre-interpretación.

Mientras el conflicto se prolonga la tensión se mantiene; habría bien analizar la alta posibilidad de que no necesariamente lo que dijo o hizo el otro es la causa, sino que la interpretación que hicimos de lo sucedido es el genuino efecto de nuestro disgusto y a su vez, la causa de dicha tensión que da pie al conflicto, sumado a la dificultad para comunicar lo que estamos sintiendo y pensando-sobre-interpretando.

No pocas veces nos callamos y guardamos silencio ante la imposibilidad de expresar lo que nos pasa en relación al otro, o cuando lo comunicamos tenemos dificultad pues no queremos 'herirle' y caemos en uso del lenguaje 'políticamente correcto' limitando nuestra necesidad de hablarlo (también lo abrumador de las emociones negativas limitan) como una suerte de pseudo auto-censura, dicho de otra manera, decimos las cosas a medias y no logramos transmitir genuinamente lo que ocurre en nuestro interior, quedando insatisfechos por no tener las herramientas que nos permitan ser asertivos.

Estando en dicha tensión y bajo la confusión mental sucede que nuestra percepción de la situación entra en un 'episodio neurótico', comenzamos a elaborar sobre-interpretaciones, tenemos distorsiones cognitivas o falsas creencias —es curioso como en ese momento somos incapaces de diferenciar que lo que pensamos y creemos dista de los hechos, de la realidad—, entonces juzgamos a priori esas intensiones que hace, dice o piensa el otro, por ejemplo: de seguro lo hizo a adrede, me quiere hacer sentir mal, etc., a veces llegando al punto de ver una intencionalidad maquiavélica o perversa.

Parafraseado al destacado en semiología Umberto Eco, sobre-interpretar: se refiere a un proceso mental en el cual nosotros, no satisfechos con producir un primer o segundo significado de lo que leemos, vemos o escuchamos, buscamos también un significado 'oculto' detrás de lo expresado, o como se dice, 'leer entre líneas'. Es como si el lenguaje estuviera dispuesto en capas de explicito a implícito significado y que en el fondo existiera un propósito subyacente; estas capas o niveles de lenguaje solo serán 'evidentes' para quien sobre-interpreta bajo el grado de su episodio neurótico.

Entonces el lenguaje (lo que comunicamos) de ser literal pasa a ser sobre-interpretativo debido a dicha tensión neurótica: la persona al percibir el 'ambiente relacional' amenazante le genera a su vez ansiedad, pero la ansiedad como respuesta primaria debe entenderse como un mecanismo de defensa natural adaptativo, aunque no siempre ocurre así, cuando carecemos de habilidades para encausar nuestras emociones nos limita para encontrar soluciones del conflicto.

Es importante estar atentos de lo que sucede en nuestro interior cuando nos encontramos en esa situación, dada la amenaza que representa buscamos esos significados ocultos con la intención de dar sentido, de ordenar nuestra mente, pero también tendemos a justificarnos culpando al otro de nuestro estado de ánimo; cuando sobre-interpretamos es como ir escarbando un pozo que se va haciendo más oscuro, difícil de ver, esas sombras y siluetas desagradables que le atribuimos al otro, no son mas que creaciones nuestras, aspectos que rechazamos de nosotros mismos.

El reto ante dichas situaciones puede no ser fácil, es por eso que debemos optar por tener una disposición para resolver el problema, generar las condiciones apropiadas para generar el diálogo que permita un intercambio respetuoso de lo que pensamos y sentimos sobre la situación; aquí es donde ser asertivo es de suma importancia, después de todo si el vínculo es importante para nosotros haremos lo posible por mantenerlo y crecer.



Pero vamos, más allá de los conflictos retomemos que en las relaciones lo que nos motiva a mantenerlas son los 'buenos' momentos (alegría, felicidad, seguridad, confianza, amor), lo que emerge positivo y lúdico en ello, también podemos incluir la sobre-interpretación implícita cuando nos comunicamos haciendo uso del lenguaje verbal, dicho de otra forma, cuando expresamos algo que tiene un significado personal mutuo, en ocasiones pícaro, una especie de eufemismo, esas palabras 'secretas que solo tu y yo conocemos', lo que en el fondo realmente queremos decir; detalles que hacen única la relación ya que solo se comparten y reserva para ese otro especial.

Aquí Jaime Sabines lo expresa peculiarmente en uno de sus poemas: ...«(Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame agua", "¿sabes manejar?", "se hizo de noche"... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero".)»...

Precisamente el habituarnos y 'acostumbrarnos al otro' nos facilita el trato y la posibilidad también de sorprenderle con motivos o detalles claro esta, porque 'sabemos' sus preferencias, gustos e incluso las expresiones confidentes en la intimidad, pues nos nace el complacer y dar, el generar bienestar, alegría, el compartir lo sublime en nosotros, hacer esas cosas para expresar el amor mutuo.

Ľυίṣ Λṃᾰṳṙẙ ɌН

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