DE LO QUE SE QUEDA SIN NOMBRE.

Hay momentos en los que el dolor no proviene de lo que se rompe, sino de lo que nos negamos a dejar ir. Nos aferramos a versiones de nosotros mismos que ya no tienen sentido, a vínculos que solo existen por costumbre, a esperanzas que hace tiempo dejaron de tener raíces en la realidad. Te aferras tanto a quien fuiste con esa persona… que te olvidas de quién podrías ser sin ella. Y lo más duro no es el desgaste que eso genera… sino la confusión de identidad que deja.

Cuando las cosas quieren morir, pero tú las mantienes vivas, lentamente te matan a ti. Nos perdemos en la lealtad a una historia que ya no respira, como si el simple hecho de haber existido justificara seguir invirtiendo energía. Pero llega un punto en el que sostener se convierte en un acto de abandono a uno mismo. Persistir en lo que ya no nos elige es, en el fondo, una forma de ir desapareciendo.

No todo el mundo sabe cómo soltar, sobre todo cuando aún hay amor, o al menos el recuerdo de lo que fue el amor. A veces, necesitas dejar de ver lo bueno en las personas y empezar a ver lo que realmente te muestran. Porque no se trata solo de lo que fue, sino de lo que hoy es, y de lo que ya no puede volver a ser. El agua no tiene efecto en las flores falsas. No importa cuánto amor viertas, si no hay vida, no florecerá.

La vida nos exige ciclos. Y para poder abrir nuevos caminos, a veces hay que aceptar que no hay funeral para la persona que nunca llegaste a ser. Esa versión idealizada de ti, de tu relación, de tu futuro… no murió, porque nunca existió. Pero su ausencia también duele, porque proyectamos tanto allí que ahora parece que nos quedamos con las manos vacías.

Si no están haciendo nada para mantenerte, ¿por qué te esfuerzas en quedarte? No todo vínculo merece tu insistencia, ni todo amor merece sacrificio. No puedes cambiar a alguien que no te reconoce o decide elegirte. A veces, amar también implica soltar. No por rencor, sino por respeto a tu propio crecimiento.

Y aunque cueste, a veces necesitas que hieran tus sentimientos para que, de una bendita vez, despiertes y te concentres en ti mismo. Porque en el fondo, lo que más tememos no es la pérdida del otro, sino el silencio que deja… ese que, con el tiempo, puede llenarse de ti.



— LARH.


Comentarios

Entradas populares